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OPINIÓN

Minilateralismo: ¿complemento para la cooperación global?

14 de abril de 2025

Gabriel Ibarra Pardo

Socio de Ibarra Rimon
Canal de noticias de Asuntos Legales

Los desafíos que plantea la actual coyuntura del comercio global, junto con las realidades climáticas, tecnológica y geopolítica han vuelto a poner en el radar la disyuntiva de optar por la cooperación entre todos o entre pocos.

Es el dilema entre el multilateralismo y el “minilateralismo”, entre construir consensos amplios o buscar resultados con pocos actores estratégicos, entre la legitimidad y la eficacia.

Desde la posguerra, el multilateralismo ha sido el paradigma dominante en la cooperación internacional.

Este principio inspiró la creación de la ONU, la OMC y el FMI, instituciones diseñadas para establecer reglas comunes, facilitar la inclusión de países con economías emergentes y proporcionar contrapesos al poder (Fathah, 2022).

Como recuerda Miles Kahler, el multilateralismo ofrecía una alternativa al bilateralismo de los años 30, que era desigual y discriminatorio, se trataba de organizar un espacio institucional donde las normas valieran más que las jerarquías.

Sin embargo, la realidad es que, en los últimos años, se ha comenzado a desdibujar la esencia del multilateralismo. Muchos de los proyectos de la ONU se han quedado en eso y no han sido ejecutados. En la OMC los tratados bilaterales erosionaron el principio de la Nación Más Favorecida e impusieron el modelo multipolar; relaciones bilaterales entre las grandes economías y los demás países, basadas en un comercio selectivo discriminatorio.

La crítica desde el neoliberalismo institucional es contundente: el multilateralismo es necesario, pero no suficiente.

Ricardo Arrendo, profesor de Estudios Internacionales en la Universidad Simon Frase, sostiene que el multilateralismo no ha respondido con la debida eficacia al apremio de las crisis, porque ha priorizado la inclusión y el consenso sobre la agilidad en la toma de decisiones.

Es el caso de la ONU, que se ha visto, en no pocos casos, paralizada por la necesidad de alcanzar consensos entre actores geopolíticamente enfrentados.

Es de aquí que surge la idea del” minilateralismo, o “multilsateralimso boutique “, como lo llama Richard Hass, que en esencia consiste en la unión de pequeños grupos de países con intereses o capacidades convergentes que cooperan de forma flexible, rápida y estratégica.

Instituciones como I2U2: Una asociación entre India, Israel, Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos que anunció proyectos de seguridad alimentaria valorados en 2300 millones de dólares o la iniciativa PGII, lanzada por el G7, que buscaba movilizar $600 mil millones en financiamiento público y privado, en proyectos de infraestructura sostenible en países en desarrollo, para hacer contrapeso a la iniciativa de la Franja y la Ruta de la seda China, son un ejemplo de ello.

Sin embargo, el minilateralismo también ha sido objeto de reparos por su selectividad, que puede marginar a muchas naciones, según su alineación política, y minar la confianza de sus miembros por cuanto depende de afinidades políticas y relaciones personales que lo hacen vulnerable a cambios de gobiernos o de orientaciones políticas.

Además, estas agrupaciones carecen de institucionalidad y no cuentan con mecanismos de continuidad o de rendición de cuentas.

Otro tema materia de inquietud es que estos esquemas puedan debilitar la cooperación global y desembocar en acciones unilaterales.

Pero el multilateralismo y minilateralismo no son necesariamente excluyentes. Mas aun, en la actual coyuntura, marcada por la polarización, el minilateralismo puede ser una alternativa para buscar consensos con aliados estratégicos y reducir las tensiones propias del multilateralismo.

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